Una botellita de vino es un detalle de lo más socorrido. ¿Sabes dónde comprarlo? Aquí tienes una pista.

¿Cuántas veces has ido a casa de un amigo a comer o cenar y has llevado una botella de vino? Seguro que más de una. Y puede que también más de una vez te hayas quedado con la sensación de no haber elegido bien. Suele pasar, sobre todo si eres amante del vino de los de “andar por casa” y no un experto en la materia…

El problema tiene fácil solución: hay que dar con alguna enoteca en la que podamos encontrar una amplia oferta de referencias —a poder ser para todos los gustos, bolsillos y ocasiones— y personal de confianza que nos asesore. Mi enoteca de referencia es Barolo (Príncipe de Vergara, 221. Madrid).

BAROLO, VINO Y SOLO VINO

Conocí esta enoteca a raíz de una invitación a una cata de champagnes, y fue amor a primera vista. Me encantó el espacio, me emocioné descubriendo las sorpresas que esconde cada pasillo y me conquistó la atención recibida. No soy muy bebedora de vino, pero si tengo que comprar una botella voy allí.

La tienda está dividida en dos plantas —en total unos 400 metros cuadrados y 2.200 etiquetas en tienda—. La superior está dedicada a los vinos blancos, en todas sus versiones y procedencias: nacionales, del nuevo mundo (África, Nueva Zelanda…), italianos, centroeuropeos, franceses…; junto con una exposición de champagnes —120 referencias en total—, espumosos, cava, vinos generosos (Montilla y Jerez), vinos dulces (moscatel de Málaga, marsala y piccoli italiano, Tokaji húngaro) y rosados.

En la planta baja está todo el tinto: D.O. españolas, sobre todo Rioja y Ribera —sin excluir vinos gallegos, extremeños, andaluces, del Levante…—, y referencias extranjeras —sobre todo mucho vino italiano—. Y abajo también está la cava, no muy grande pero sí curiosa.

Si vas con tiempo, entretente ojeando las etiquetas porque dan mucho juego. Por ejemplo, te puedes encontrar una botella Châteauneuf-du-Pape, la única D.O. del mundo con autorización para usar el escudo papal; alusiones cinematográficas como The End (D.O. Méntrida) o Las uvas de la ira (vino de Castilla y León); nombres curiosos para un vino, como María de la O (Aragón), La bruja avería (D.O. Vinos de Madrid), El hombre bala (también D.O. Vinos de Madrid) o La mujer cañón; otras que destacan por su diseño, como Libalis 2012 by Martierra, Crash (de Pago de los Balancines), La Comedia (D.O. Montsant) o El sospechoso (VT Castilla)…

Y ya que miras las etiquetas, echa un vistazo a los precios y verás que no son para tirarse de los pelos. Hay vinos para todos los bolsillos. Y a ver si nos quitamos de la cabeza la idea de que un vino barato es malo, porque no siempre es así, y en Barolo ni tienen miedo a decirlo ni dudan en recomendar un vino barato. La razón: son profesionales, expertos y perfectos asesores que ofrecen una atención superpersonalizada. Si les pides consejo te van a preguntar gustos, cuánto quieres gastarte, con qué vas a acompañar el vino… Tú eliges si sales de la tienda con un Petrus 2002 de 1.658,55 € o prefieres un Honoro Vera D.O. Calatayud de 5,60 € —el vino que se sirvió en la cena de los Oscar—, una botella de champagne de 20 € o una de 880 €.

Por cierto, en Barolo también encontrarás vinos que no vas a encontrar en ningún otro sitio, vinos que en ocasiones compran a las propias bodegas, como el Hilberg–Pasquero Barbera d’Alba 2010 (Piamonte). Siempre están buscando nuevos caldos con los que sorprender a los clientes, y además todos los meses se centran en una temática, ofreciendo descuento en las etiquetas relacionadas con esa temática.

¿Ahora entiendes por qué Barolo es mi enoteca de referencia?

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Por Y. Delgado